Crónica de Guatemala.

Recorrimos durante 2 meses gran parte de Guatemala y la sensación que nos queda es como la geografía del país: quebrada, de extremos, un sube y baja constante de emociones influenciadas por el clima, los largos y curvos trayectos y la impronta particular de los guatemaltecos.

Empezamos el recorrido prevenidas por las tantas advertencias sobre seguridad y agobiadas por el calor, sumado al shock del cambio de país, ya que viniendo de Honduras y El Salvador se nota gran diferencia en el trato de la gente, que aquí es más introvertida, cauta y cerrada. 
Luego pasamos al frío de las montañas, con la gente indígena y sus tradiciones, y terminamos el viaje relajadas, con “el remate” perfecto al borde de un lago con temperatura y compañía ideales.

Guatemala no nos decepcionó pero tampoco nos colmó. Quizá esperábamos más, pretendiendo que el conocimiento ancestral maya se viera reflejado de alguna manera en la Guate de hoy. Encontramos un país que arrastra el peso de la Historia, con guerras, engaños, suciedad, corrupción y da a la gente un toque de escepticismo y desesperanza. Así lo sentimos, esto es Centro-América.

CALOR, PREVENCIÓN E INSEGURIDAD

Comenzamos con un calor extremo por la costa Pacífico, con playas negras infinitas y un océano tan fuerte que no invita a meterse (todos los hoteles tienen piscina). Días de relajo tropical en estas tierras de pescadores, llanuras con lagunas y manglares, campos de caña de azúcar, así como miles de mosquitos y bichitos. Comenzamos descansando en Monterrico e Iztapa (Carlos nos prestó su casa con piscina!), calibrando ruta y tácticas.

¿Tácticas? Sí. Fue entrar en Guatemala y la familia de Victoria en Chiquimulilla nos habló de historias con atracos en buses a punta de pistola, incluso de día, en algunas rutas hacia y en la capital, de los enormes problemas de seguridad (el padre es “piloto” de bus y nos contó que les toca pagar extorsión y ello no te libra de atracos). Ha sido el primer país de Centro-América donde nos han narrado esto (no fue así en Honduras y El Salvador), tales extremos de robo, incluso a la gente humilde que viaja en viejos buses. De Guatemala a “Guatepeor” nos dijimos. Algo alarmadas, hicimos caso a las recomendaciones: paquetitos con el “pisto” (dinero) que nos metimos entre las tetas (como hacen las indígenas) dejando a la mano unos pocos billetes y monedas. También nos dijeron de llevar un “frijolito” (teléfono viejo) ya que algunos ladrones sólo quieren celulares. Confiamos en la buena suerte y no tuvimos ni un susto en todo el recorrido.

Nos fuimos preparando ya que del Pacífico la ruta continuaba hacia Ciudad de Guatemala. Una gran urbe que aglutina 3 millones de personas: muchos ladinos (los mestizos), indígenas de todas las regiones (un buen abanico de vestimenta tradicional por la capital), algunos negros y Garífunas del Caribe (haciendo trencitas por el centro). Decenas de industrias (fábricas y maquilas abundan por toda la autopista al Pacífico), condominios cerrados, enormes shopping malls. 
La gran capital activa e industrial de Centro-América. Pero también la más temida ciudad del país, con enormes problemas de seguridad, balaceras, maras y mala fama. Aunque como en San Pedro Sula (Honduras) parece que inversión y capitalismo no temen la “inseguridad”.

Muchos viajeros la evitan pero nos tocaba pasar obligatoriamente por temas administrativos: Ainara tenía que renovar pasaporte en la embajada de España y debíamos ampliar el permiso de estancia en Migración (dan sólo 90 días para recorrer Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, el CA-4).

Nos fuimos relajando. La gente en la capital fue amable y servicial con nosotras. 
Usamos el TransMetro, un sistema de transporte masivo con autobuses articulados y carriles especiales (como el Transmilenio de Bogotá) que lleva unos 10 años aliviando el saturado tráfico y ha “modernizado” el transporte urbano y que sobre todo es seguro (hay mucha policía en las estaciones). Por suerte nuestro “couch” William vivía a minutos de una de las 2 líneas existentes, a un paso de la embajada y la migración quedaba en la zona vecina. 
“Eviten tomar un bus rojo, son peligrosos”, nos dijo William. 

La capital es muy cambiante, de una cuadra a otra, en cuanto a gente, tráfico, conservación de edificios y ello puede crear inseguridad y una sensación extraña sobre todo cuando no conoces la ciudad. En el centro, por cada esquina ves policías y vigilantes armados de aparatosos fusiles. La capital es muy ruidosa, gris, contaminada (queda en un valle a 1.500 m) entre las cenizas del cercano volcán activo Pacaya, el humo de los viejos vehículos y fábricas. Pero no tan terrible como la pintan, al menos su parte central, con la enorme Plaza de la Constitución y la peatonalizada “Sexta”, ni las calles que fuimos atravesando las dos veces que pasamos por “Guate”. Por fortuna no nos tocó adentrarnos en colonias calientes, en las “zonas” rojas (la capital se divide en 25 Zonas), donde actúan maras y extorsionistas. Confirmado: no te pierdes mucho si dejas de visitar las capitales y ciudades de Centro-América.

FRÍO, MONTAÑAS Y DIVERSIDAD CULTURAL

Como teníamos que esperar un mes mientras se tramitaba el nuevo pasaporte a través de la embajada (lo hacen en España), aprovechamos para hacer un circuito por el Altiplano Oeste de Guatemala. Por cierto, en la sede de la Embajada en 1980 (en plena Guerra Civil) unos 40 líderes campesinos e indígenas fueron quemados-asesinados por la policía. Una de tantas historias de atrocidades! Preguntamos al Guardia Civil que vigilaba la entrada, quien nos dijo que  fue en otro edificio, por supuesto han cambiado de sede.

La Guerra Civil en Guatemala fue dura, muy dura y larga, desde los 60 hasta que se firman los Acuerdos de Paz en 1996. Todo el Oeste que recorrimos con sus gentes indígenas lo sufrió particularmente. ¿Recuerdas a Rigoberta Menchú, que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1992? Una activista que luchó por las mujeres y los indígenas, aunque muy olvidada en su propio país. Después de la guerra llegaron las maras, la extorsión, la inseguridad, la impunidad (aunque en 2006 crearon la CICIG, Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, bajo el auspicio de la ONU) y la corrupción, todo se acentuó.

La situación en Guatemala no es mejor que en El Salvador o Honduras, seguimos en el Triángulo Norte! El futuro no parece traer cambios. Jimmy Morales, el presidente desde 2015, salido del mundo del espectáculo, tiene un hermano e hijo en la cárcel por fraude. Durante nuestra estancia en marzo, murieron 42 niñas y adolescentes en un Hogar Seguro (centro de acogida de menores) de Ciudad de Guatemala, durante un incendio que pretendía ocultar una realidad de abusos, ruptura social, violencia. ¿Cómo no ser escéptico? Más siendo mujer, indígena, niña. O ante la situación de muchos “patojos” (jóvenes) que acaban metidos en maras o redes de robo. Demasiada fractura social.

Recorrimos ruta a bordo de viejos buses escolares tuneados por fuera con colores chillones a juego con la vestimenta de muchas mujeres indígenas. No encontramos ni un turista en estos buses baratos ya que todos viajan en "shuttles" que conectan directamente la media docena de puntos turísticos que tiene Guatemala (pagando el doble o el triple que en bus). 
Curvas y más curvas, quebradas y más quebradas. Los paisajes no se pueden fotografiar por lo accidentado del terreno! 

Estas tierras altas (muchas ciudades y pueblos quedan a más de 2.000m y las noches son frías) conservan tradiciones, lenguas, vestimentas, una estatura que no pasa el metro cincuenta (nos sentimos altas!). Y costumbres prehispánicas, parte de la herencia Maya. 

Guatemala tiene un 50% de la población indígena (unos 7 millones de personas). Ello le da un carácter bien especial, una singularidad en este mundo global.

Dos lugares nos cautivaron: 
- la joya colonial de La Antigua rodeada de volcanes.
- Chichicastenango con su mercado y la fuerte cultura indígena y Maya. 
Imprescindibles.

Por ello les dedicamos crónica y álbum especiales.

Otro lugar que visitamos fue el Lago Atitlán. 
La estampa del lago con los 3 volcanes es clásica en los folletos turísticos de Guatemala. Pero lo increíble es llegar al lago: paredes de casi 1.000m rodean esta antigua caldera volcánica, con carreteras empinadas para bajar hasta los pueblos, y así llegamos a San Pedro La Laguna, por un camino sin asfaltar, polvoriento y lleno de huecos, donde el bus tiene incluso que maniobrar para pasar algunas curvas mientras miras el abismo, el lago y los volcanes (a Ainara le sudaban las manos agarrando el asiento). En los pueblos del lago aún queda bastante gente indígena aunque no faltan expatriados que se han instalado por sus riveras, atraídos por el lugar y su clima templado, y bastantes visitantes, nacionales y extranjeros, sobre todo en la turística y anodina Panajachel.


Pasamos una semana en San Pedro, que nos recibió con las callejuelas llenas de extraños personajes que parecían salidos de manicomios. Es que había un “festival de la conciencia” en San Marcos, famoso por el yoga, proyectos holísticos, mayas, energías y un largo etcétera (¿seremos nosotras las raritas que no encajamos? Pero no fuimos al pueblo vecino). Conseguimos un hotelito tranquilo, con vistas insuperables y habitación por 60 Quetzales (8€ para 2, en general conseguíamos cuarto por unos 10€), con cocina bien equipada (ideal, porque te aburres y no te llenas con los almuerzos de 15 Quetzales). Alberto, el dueño, ni nos preguntó nombres ni procedencia y mucho menos nos platicó. Lo mismo en la panadería, mercado y tiendas.

En general, ha sido difícil conectar con la gente de Guatemala: los “Chapines” son especiales, reservados. Aunque como siempre tuvimos buenas vivencias con la gente de Couchsurfing que nos hospedó.

Pasamos por varios pueblos y ciudades del Oeste de Guatemala, viendo la diversidad de sus etnias e idiomas (todos impronunciables). Nos balanceamos en los buses de curva en curva. Hasta agradecíamos que se sentara alguien con nosotras, porque suelen acomodar 3 personas en sillas para 2 en tramos más frecuentados y así apretaditas se hacía menos vertiginosa la ruta.

Vimos mucha pobreza y basura. Cantidad de mujeres vendiendo con sus cestas, que llevan a menudo sobre la cabeza, ganando Quetzal a Quetzal, como los elaborados tamales (masa de maíz con carne) que venden por sólo 1 Quetzal (0.15€). Está claro que el tiempo no lo valoran. Muchos niños, incluso pequeños, trabajando sobre todo de emboladores, también con pequeños puestos o  pidiendo. Jornales de campesinos que no superan los 40 Quetzales diarios (5€). Gente vendiendo ropa americana, mucho rebusque. 

Dura realidad la que vimos en Guatemala. Todo aún más acentuado que en los países vecinos. Porque a medida que subes Centro-América todo se intensifica: la pobreza, la corrupción, la inmigración a Estados Unidos y la espera de las remesas, las iglesias que hipnotizan a los fieles (algunos pueblos del altiplano tienen una iglesia evangélica en cada esquina), el trago y los bolos caídos por cualquier esquina a cualquier hora, la basura regada en cada tramo de carretera, el poco acceso a la educación de calidad. Terrible situación humana, ambiental y social!

“Hello! ¿De dónde son?”, fue lo poco que nos preguntaban algunos. “- De España y Colombia. – Ah, hablan muy bien español! ¿Vinieron en avión? ¿Cómo es, lejos, y cuánto cuesta? Era lo único que le interesaba a la poca gente que nos hablaba. Muchos extranjeros (gringos sobre todo) vienen a Guatemala a aprender español, hay decenas de “spanish schools”, dicen los cursos son baratos,  pero quien sabe la calidad, más en un país donde el español no es la lengua materna de todos ni la educación tan buena.

Guatemala está bien abandonada, no hay casi inversión pública. Las “terminales” de bus son en general un descampado lleno de basura; los mercados son a menudo puestos de madera y plástico, las carreteras no siempre están en buenas condiciones, incluso para llegar a lugares turísticos o ciudades importantes. Muchas niñas y niños dejan de ir a la escuela a temprana edad y comienzan a trabajar. Embarazos juveniles. La educación en toda Centro-América nunca fue una prioridad, desde tiempos de la colonia. En Sudamérica abrieron muchas universidades hace más de 300 años pero en Centro-América sólo una, en Ciudad de Guatemala, la San Carlos o USAC, que sigue siendo un referente nacional de calidad, a la que acceden sólo los mejores. Pocos confían en la corrupta policía y no faltan letreros de “autodefensas” en muchos barrios, mercados y pueblos. Pero la vida sigue!

EL REMATE DEL VIAJE

Las últimas semanas ya con el nuevo pasaporte en mano (muy bueno el servicio y la atención en la Embajada de España), seguimos ruta hacia el norte. Atravesamos el Alto Verapaz, una región más verde y con cuidados cultivos, cubierta de cafetales, plantaciones de cardamomo, aprovechamientos madereros: se nota que los alemanes estuvieron por la zona. En Guatemala quedan pocos árboles de lo que debió de ser este país antaño: “”Quahtemallan” significa “lugar de muchos árboles” en Nahualtl. “-¿Han visto algún Quetzal en su vida? – Nunca!”. Y es que es casi imposible ver el famoso pájaro nacional de larga cola, sólo queda en los billetes. Dicen es más fácil verlos en los bosques altos y frescos de Panamá y Costa Rica.

Paramos en Lanquín donde Rudy, nos dejó acampar gratis en su hotel con piscina (curiosidades de Couchsurfing). Tierras remotas, calientes, de pendientes imposibles (se llega en 4x4), donde nos aventuramos los turistas para ver Semuc Champey, una singularidad natural en estas tierras calizas: unas pozas de agua turquesa que mana de manantiales con un río inferior subterráneo que se adentra en un túnel. Disfrutamos del baño y del lugar, bien mantenido por Parques Nacionales (los extranjeros pagamos Q50:7€). 
La gente de esta región es bastante más simpática y abierta, más cálida como su clima. Las mujeres indígenas acá llevan frescos güipiles de encaje para lidiar el calor intenso de estas tierras bajas ya cercanas al Caribe.

Al Caribe no nos desviamos. A Guatemala tan sólo le quedó una estrecha franja de tierra costera, atrapada entre Honduras y Belice (visitamos la región caribeña en estos países vecinos). Bananeras y cultura negra y garífuna.

Seguimos al Petén, tierras ganaderas mucho más planas, se acabaron las curvas!  Llegamos a Flores, una isla 100%  turística conectada por un puente con la comercial Santa Elena, puerta de entrada a esta región que recibe miles turistas. Llegaba la Semana Santa y los precios se triplicaban. En Flores y en Petén quieren sacar dinero de todo lado, exprimir a los turistas, y se cometen bastantes abusos de precio, incluso también en transporte público. Es la sensación que nos queda a muchos viajeros, menos mal es sólo en esta región remota. Mucha gente ha venido de toda Guatemala, buscando nuevas oportunidades: hay más tierras al ser más despoblada, zonas petroleras, cientos de km de frontera despoblada con México (dicen hay mucho contrabando y narcotráfico con pistas de aterrizaje en el bosque) y turismo.

Visitamos las ruinas Mayas más famosas de Guatemala y unas de las más extensas exploradas de esta antigua civilización. La visita no defrauda, caminamos varias horas por sus senderos boscosos, entre  animales y enormes árboles, se nota que el bosque ha sido preservado. Con los gritos graves de los monos aulladores y decenas de pájaros, fuimos descubriendo pirámides, pudimos subir a varias para disfrutar de las vistas, como las de la Gran Plaza y las ruinas de edificios que perduran, hay cientos de montículos de piedras sin excavar. Todo bien cuidado, sin demasiada gente (muchos van a ver el amanecer pagando 15$ suplementarios a los 20$ de la entrada normal), sudando en las horas centrales.

Interesante ver la dimensión de Tikal, pero difícil de imaginar lo que pudo ser este lugar. No deja de ser curioso que actualmente esta región donde están las ruinas más importantes de los Mayas, entre Guatemala, Belice y México está bastante despoblada. En el Petén no hay gente indígena como en el sur de Guatemala. Hay que echarle mucha imaginación, viendo los vestigios del parque, para adivinar la sabiduría de estas gentes, en astronomía, matemáticas, técnica, etc. Poco queda. Por ello el encuentro cultural por Chichicastenango con lo que queda de cultura maya nos impactó tanto. Quizás las piezas importantes han sido robadas, desde hace siglos, como los códices y libros sobre los mayas, que se perdieron. ¿Sabes que la United Fruit, sí, la bananera, fue la encargada de explorar algunos yacimientos mayas en Guatemala?


Terminamos el recorrido por Guatemala, en el lago Petén Itzá en El Remate, donde pasamos 2 semanas en el cámping Linda Vista,  disfrutando de las vistas desde el embarcadero, más frescas bañándonos en las aguas turquesas y limpias. Todo muy tranquilo y barato en este pequeño pueblo, a un paso de Tikal, donde sólo paran algunos turistas (la mayoría opta por Flores). Fue tierra de chicleros. Acá traían en mulas y caballos por las trochas desde Uaxactún las cargas de chicle natural (la palabra viene del náhuatl “tzictli”), para embarcarlas a Flores. Ahora los árboles de chicozapote están protegidos y la gente prefiere hacer globitos con los chicles artificiales, así es que el negocio terminó hace muchos años.

En El Remate los días fueron especiales y felices porque lo pasamos entre chicas, entre amigas, con la llegada de Belén&Viki (la ruta nos juntó con estas Argentinas 4 meses antes en Costa Rica) y de Ana&María (unas Españolas que conocimos días antes en el hotel de Lanquín). Muchas risas, asado de pollo tipo argentino, paella a la leña (“las mejores comidas de Guatemala”, decían las Cántabras), fogata bajo las estrellas en el lago todas las noches. “Pueblo chico, infierno grande”, ya todo el mundo sabía de nosotras (hasta  pidieron a Ainara la receta de la paella en una tienda!). 

No olvidaremos esos días de remate del viaje por Guatemala en El Remate. Gracias por la compañía chicas, nos vemos pronto!

También recordaremos las mujeres haciendo tortillas los “3 tiempos”, es decir de sol a sol, más de 12 horas frente al fuego en muchos casos, “5 tortillas por 1 Quetzal” (imagináis cual es la diera de los Guatemaltecos, ¡te comes 35 tortillas por 1 dólar!). 
Y “no tenga pena”, una frase que repiten los Chapines a cada rato, en lugar de decir “de nada” o “por favor”. 

Gracias Guatemala! Finalmente fue “Guatemejor” y no “Guatepeor”.


Puedes ver nuestros álbumes de fotos de Guatemala:






Y leer las crónicas de los 2 lugares de Guatemala que nos cautivaron:


Comentarios

  1. Edgardo Azabache07 mayo, 2017

    Que viaje chicas!!!!Que aventura plena de experiencias y conocimiento....me gusta como escriben y nos detallan lo que ven y experimentan....uno viaja con uds....Un abrazo desde Nasca.

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  2. Gracias por leernos Edgar! Felices de compartir.

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