Crónica de CDMX, Puebla y Oaxaca.

Unos días después de terremoto del 19S, dejamos CDMX (Ciudad de México).

Fueron algo más de 2 semanas en las que visitamos a pequeñas dosis los principales rincones turísticos de la mega-ciudad. Gracias a Gaby y Raúl&Isaac, que nos permitieron alargar nuestras estancias.

El gigantesco Zócalo, edificios coloniales, ruinas aztecas, cientos  de museos, murales coloridos, Frida y Diego, la virgen de Guadalupe, una enorme comunidad LGBT, parques, rascacielos, colonias que no acaban, pulquerías (donde se bebe un alcohol baboso de magüey), miles de rebuscadores, la UNAM (más de 300.000 estudiantes en la clasificada mejor universidad de Latino-América), un económico metro (0.25€) y tanto más.

Sí, se necesita tiempo para sentir la ciudad y no cansarse, una capital de inmensos contrastes.

Dejamos CDMX reponiéndose del terremoto, con casi 400 muertos, una cifra pequeña si se tiene en cuenta que fueron unos 30 millones de habitantes los que sentimos bien fuerte el temblor. 

Con ganas que acabe “Sep-tiemble” como será recordado el mes de las Fiestas Patrias. 

Tomamos ruta al sur, tranquilizadas por los siguientes couchs que nos esperaban.
En poco más de 2 horas, llegamos a Puebla, otra enorme ciudad con casi 2 millones de habitantes. Grandes edificios con cerámica y azulejos, iglesias en cada cuadra, una imponente catedral. Hay varios edificios acordonados tras el terremoto por el centro histórico, la mayoría deshabitados (ya estaban en estado de abandono) y viejas iglesias fisuradas. Técnicos inspeccionando edificios, obreros apuntalando estructuras, escuelas cerradas hasta ser revisadas. Poco a poco la vida vuelve a su rutina normal. Eso sí, vimos cientos de centros de acopio: los Mexicanos siempre dispuestos a dar y ayudar,  universitarios y mariachis recaudando fondos. Gran solidaridad! Aunque también muchos oportunistas intentando sacar provecho, así es este país.



Aunque el final de la época de lluvia está cerca, los cielos estuvieron nublados por Puebla pero pudimos ver los 3 volcanes que la rodean. El imponente Popocatépetl de casi 5.500 m (a los pocos días se puso a escupir cenizas, la tierra está bien activa!). Y la Pirámide-Colina de Cholula, aunque la verdad, nos decepcionó bastante.

La estancia con Erick tuvo un final a lo grande. Nos invitó a su fiesta de graduación, saí es que pudimos ayudar a las comadres a preparar tamales de fríjoles y probamos un exquisito mole poblano, una salsa de chocolate, nueces, plátano, aceite, especies y chiles (suele acompañarse con pollo). Además de una espectacular tabla de postres, la mamá es pastelera. Muchas gracias Erick y familia!

Rumbo al sur, hicimos una breve parada en Tehuacán, tierra de dinosaurios, cactus y manantiales, ya que conseguimos couch. Y seguimos hacia el estado más montañoso que hemos recorrido: Oaxaca. La orografía es realmente caótica y el retraso en infraestructuras es enorme. Así es que se necesita tiempo y paciencia para recorrerla.

Tras la temporada de lluvia, todo luce verde y aún sufrimos alguna tormenta que vuelve la ciudad aún más intransitable. Oaxaca, la ciudad, no tiene tanto para ver a nivel monumental, más allá del imponente monasterio de Santo Domingo convertido en museo.  

Siempre hay paros de maestros, revueltas, años de corrupción y abusos. “-¿Por qué está bloqueada la avenida principal? – Es así, esto es Oaxaca, siempre hay protestas y nadie sabe la razón”.

Vimos cosas diferentes en los mercados. Chapulines (grillos) fritos con chile, sal de maguey (cactus), tlayudas (grandes tortillas), enormes bolas de queso a deshilachar. Hay gran variedad climática y de cultivos. Campesinos que acuden de los Valles Centrales al mercado semanal, con sus chivas, gallinas y marranos.

Aprendimos algo del mezcal, un aguardiente de ágave, producido artesanalmente (no como el Tequila, más industrial), con un sabor ahumado y una fuerte graduación (ronda los 50 grados, aunque los Mexicanos lo beben como agua). Está de moda, pero la planta tarda en crecer y da un solo fruto en 8 años. Samuel, nuestro couch, estaba iniciando un proyecto de distribución, además de dar clases en la universidad y hacer un programa de TV por internet (fuimos entrevistadas).

Aprovechamos para visitar Monte Alban, un sitio arqueológico zapoteca, con excelentes vistas a los valles y sierras, y Hierve El Agua, unas cascadas petrificadas, una verdadera singularidad de la naturaleza.

Lindos y variados días por la Sierra de Oaxaca, con asado y todo en casa de Samuel. Y sin temblor alguno (ni daños) por estas tierras altas del sur.

5 horas de curvas nos bajaron hasta el Istmo, la zona más estrecha de México, que en el lado del Pacífico se llena de lagunas, lengüetas arenosas y vientos fuertes (con campos eólicos enormes).

Nos quedamos menos de 24 horas: sentimos 4 temblores en ese corto tiempo, no han cesado las réplicas, y se siente un ruido muy fuerte que asusta, da la impresión que la tierra está cediendo. Para nuestro couch era algo normal, pero sus padres llevaban un mes durmiendo dentro del carro y con la casa dañada. Así desde el primer terremoto, el que tuvo el epicentro de 8.1 por esta zona del Istmo, una zona ya de por sí deprimida entre Oaxaca y Chiapas. Gente durmiendo en hamacas fuera de las casas, nadie quiere estar entre paredes y techos.

Vimos escombros de los edificios derruidos al borde de la carretera principal y filas interminables de gente para recoger tarjetas de damnificados bajo un calor insoportable. Convoyes del ejército. El panorama nos acojonó y preferimos seguir ruta rápido hacia el extremo sur, hasta Tapachula donde Fanny nos recibió con buena energía y sin temblores. Pero nuestra ruta por Chiapas será otra historia. Continuará…


Para ilustrar la crónica:


Y haz click acá si quieres ver nuestra entrevista televisiva en FB conSamuel (salimos a partir del minuto 59) en el programa semanal Ires y Venires.

Comentarios